sábado, 10 de febrero de 2007

LIGAR O TEORIZAR


(Otra de las muchas cartas remitidas a El País y nunca publicadas.)

Una cosa es teorizar sobre arquitectura y otra querer ligar. La columna de Vicente Verdú en El País de 20 de marzo de 1997 es un intento de lo primero que trasluce un deseo de lo segundo, porque cuando alguien hace hincapié en las diferencias entre sexos ante un asunto del pensamiento es que está invocando diferencias menos espirituales con fines menos confesables.
Cierto que nadie es capaz de colocar una línea que delimite los aspectos en que hombres y mujeres somos iguales de aquellos otros que nos separan, pero si hubiera que adscribir la actitud creativa arquitectónica a alguno de los dos campos, no cabría duda alguna.
Decir que los promotores son tan machos y fríos como el capital y que los arquitectos son sus sicarios racionalizadores es tan verdad como que el mundo ha sido y es mayoritariamente machista. Pero proponer a las arquitectas como paladines de una contraofensiva sensorial en la arquitectura es una clara afrenta a las propias mujeres (a quienes una vez más se les sitúa fuera del territorio de la racionalidad) y un olvido imperdonable de las contribuciones a una arquitectura plenamente humanizada, y no sólo fría y racional, de tantos y tantos arquitectos.
Cuando se mencionan las diferencias sexuales es, en el mejor de los casos, para mitigarlas, esto es, para ligar, pero no para hacer avanzar la teoría. Así que, suerte señor Verdú.

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